Lo del poder del color no tiene duda. Mientras tejo esta lana me dan arrebatos. Esto tiene sus cosas positivas y sus peligros. Pero es bueno saberlo. Me gusta pensar que cambiando de labor puedo corregir mis estados de ánimo.
Hoy estoy un poco friki. Cuento esto porque una amiga quiso ayudarme a poner la urdimbre y casí le doy un grito. (¡Jo! ¡Cuánto lo siento! ¡Purititos nervios!). Por otra parte he empezado a bordar las vainicas justo después de comer, a la hora del bajón siestil, y no sabeis qué marcha me ha entrado. (Normalmente las vainicas se bordarían en el mismo telar, mientar se teje, pero el tiempo de clase se pasa tan rápido...)
Lo dicho. Tengo que aprender a utilizar el color. Sobre todo si tiene tanto poderío como este vino-guinda-granada...
(Y decía lo de friki porque no os podeis imaginar en qué nuevo invento me he metido. Nada que ver con el telar. No se si me atreveré a contarlo)